Estimados amigos:
Un año más nos reencontramos en este recinto para dar inicio a la nueva temporada de la Sociedad Filarmónica de Lima. Nos reunimos con especial alegría porque todos sabemos que participamos de un evento singular que se opone al ruido cotidiano y a la disonancia que prevalece en nuestra época. Y ello es así porque la música afina el entendimiento y nos ofrece consuelo y alegría frente a las asperezas y tosquedades del mundo. Sobre las olas de su belleza, navegamos por las emociones y los escenarios más diversos. Recorremos con ella lo sagrado y lo profano, lo que en el lenguaje quedó como inefable, lo que intuimos como experiencia trascendental y absoluta. Quizá por ello el filósofo Schopenhauer decía que “En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo se nos revela como música hecha realidad”.
Hay algo verdaderamente extraordinario en el arte musical y que lo define como fuente de todo lo demás. Me refiero a que, a pesar de lo sutil de su complejidad logra trasladarnos a los orígenes más lejanos de nuestra humanidad, los que se hallan alojados en el canto y en la revelación del compás mesurado y bello ritmo que eleva nuestra existencia
La riqueza de nuestro estar-en-el-mundo se halla en la diversidad de matices que experimentamos, entre las penas y las alegrías, entre los desencantos y los deleites. Y resulta maravilloso que en ésta, nuestra situación, se abra un horizonte luminoso en el entretejido del Ritmo y la Melodía que son los caminos que la Música nos regala para conducirnos dentro de lo más propio de nosotros mismos. Sería inauténtico y vacío nuestro vivir sin ese arte que Shakespeare llamaba el alimento del amor y que nos da la pauta para sentir el tiempo, el ritmo y la armonía de nuestros corazones.
Las oportunidades de atender conciertos de música de calidad son cada vez más escasas en un mundo contemporáneo poco propicio para las experiencias artísticas más complejas y que forman parte de una larga tradición de búsqueda de comprensión de los grandes alcances a lo que es capaz la creatividad humana. Nuestra capacidad de soñar se ve reducida cuando dejamos de explorar la inmensidad de tonalidades que el espíritu puede aprehender. Por ello, cada año la Sociedad Filarmónica de Lima se aboca a la tarea de traer a nuestra ciudad a excelentes y notables músicos de distintas partes del mundo. Esta misión es posible gracias a su presencia y al auspicio de varias instituciones y personas. Es de tal manera que nuestra Lima puede transformarse en la sede de una temporada de conciertos excepcionales.
La maravilla de la música se cumple finalmente en estos escenarios que hoy compartimos, cuando ella llega a nuestras almas y las toca con su insondable belleza.
La sociedad Filarmónica de Lima se halla convencida de la autenticidad de esta experiencia. A vivirla hoy y en los demás conciertos que han sido programados, les invitamos con afecto. Por ello: ¡ Sean todos ustedes bienvenidos: ahora y siempre!
Salomón Lerner Febres
Presidente
Sociedad Filarmónica de Lima