(+511) 445-7395 – (+511) 242-6396 informes@sociedadfilarmonica.com.pe

Discurso aniversario Dr. Lerner 117 aniversario el 14-08-2024

Queridos amigos:

¿Qué podemos decir sobre la música? ¿Qué podemos decir sobre el arte que nos invitó con voz hechizante a reunirnos en el auditorio? Cada temporada, cada año, la música nos ha entregado el mismo don. Pero, bien pensado, es un regalo curioso. Numerosas veces lo hemos recibido y, a pesar de ello, nos ha revelado un misterio nuevo en cada ocasión. La música se parece al río concebido por Heráclito el oscuro que es, al mismo tiempo, uno y distinto. Nadie escucha dos veces el mismo concierto ni es envuelto dos veces por la misma sinfonía. Una melodía nunca sonará dos veces. Cada audición está destinada a ser única, pues en cada atención nace un matiz hasta entonces oculto. A su vez, en cada ejecución relumbra una intensidad recién descubierta y que acaso no se vuelva a oír jamás. La música es, pues, también un río y nuestra vida transcurre sobre sus corrientes que varían con las mudanzas de las emociones y de las estaciones. La humanidad es una sola, pero sus variaciones son infinitas.

Por ello la música se parece a un bien inacabable, a un tesoro que guarda sorpresas incesantes. Su tiempo y su ritmo son los tiempos y los ritmos de la vida misma. Cuando se acaban las palabras de la tristeza y afloran el silencio y el duelo, la música aparece y trae la consolación como regalo. Si el espíritu está encarcelado por la tediosa monotonía, ella lo libera con las coloridas notas de la esperanza. Aun cuando es tiempo de trabajo, su ritmo marca la pauta del movimiento y alivia la fatiga. Y en el momento de la fiesta, sus notas mayores celebran las buenas cosechas, las amistades y el amor, el advenimiento de una nueva temporada.

En todo pueblo hay música y hay danza, y cada estación está hermanada con una melodía. Las alegrías y las penas más fugaces, los más breves e inasibles acercamientos a la belleza, las iluminaciones instantáneas, han sido inmortalizadas por la música y se volvieron así memorables y perennes. Las esperanzas de pueblos enteros, los extravagantes sueños de los genios, las rebeliones que desafiaron a las tiranías, las ferocidades profundas de la historia, todo ello ha quedado impreso en puntillosos pentagramas.

La música es el retorno más persistentemente obstinado a los múltiples escenarios que a todo humano ofrece la existencia. Hay música en las estrellas, en la geometría hermética del universo, en las partes suaves y escarpadas de las montañas, en la borrasca y en la quietud, así como en toda obra humana armoniosa, en el estallido de un sueño o una visión en el que un sentido oculto se desvela.

De manera especial, gracias a la actividad de la Sociedad Filarmónica, la música clásica ha acompañado a nuestra capital por 117 años de manera ininterrumpida. Lo ha hecho para aliviar las carencias y los ruidos inevitables de una urbe, para declarar reiteradamente el triunfo de la vida ante cada estallido de violencia, para reconciliar los espíritus con los elementos más nobles y más propiamente humanos que unen a todas las almas, pero que con frecuencia son oscurecidos o acallados por las exclamaciones de la sinrazón, por la abrumadora medianía de las consignas prefijadas, por las veleidades de la mezquindad.

Esta noche se parece a tantas otras y a la vez es distinta. Esta noche es un reflejo de una centenaria y tenaz historia, la de la Sociedad Filarmónica de Lima. Hemos estado aquí antes y también por primera vez porque así es, circular y paradójico, el prodigioso misterio de la música.

Por tanto, esta noche en la que celebramos el centésimo décimo séptimo aniversario de nuestra institución es un retorno y también una renovación.

Hoy festejamos la obra de una afortunada y fértil pluralidad de presencias. Las de nuestros visionarios fundadores, las de los amigos que nos dejaron, las de los generosos auspiciadores, las de grupo de personas que gestionan y ejecutan este evento que nos convoca y, por cierto, la de los músicos venidos de diversas partes del mundo y de nuestro propio país para compartir la excelencia de su arte.

Esta noche tan especial y tan llena de memoria la celebramos con un concierto ofrecido por los maestros Clara Cernat y Thierry Huillet junto a dos de sus destacados discípulos, el joven pianista francés Alois Coste y la peruana Geraldine Zimmermann. Clara y Thierry son, además de excelentes concertistas, grandes formadores e impulsores de la música, comprometidos de manera singularmente amorosa con nuestro país. Ambos nos demuestran que hay arte en la actuación musical, pero también en la formación de la persona, en el desarrollo pleno de la excelencia de sus virtudes. Son maestros en un sentido pleno, con un valor que suele extraviarse en el uso común de las palabras.

Queridos amigos:

Agradezco su compañía y su amistad. Es su presencia la mayor fuente de inspiración para los trabajos de la Sociedad Filarmónica de Lima. Abramos, pues, nuestros corazones a la música. Sean bienvenidos a este concierto.

Salomón Lerner Febres
Presidente
Sociedad Filarmónica de Lima
Lima, 14 de agosto 2024 – Auditorio Santa Ursula

Discurso pronunciado en el VII Concierto de la Temporada 2024